domingo, 17 de julio de 2011

El comienzo de algo bonito

Quizá sea demasiado pretencioso, incluso optimista; pero creo que ya se ha roto el hielo (cierto es que la costra de la pereza es más gruesa) con estas entradas y, ¿por qué no hacerlo?, atreverse a compartir algo más que las palabras.

Tal vez sea el comienzo de algo bonito:


sábado, 16 de julio de 2011

La Mar Tonta

Y ya que he mencionado los cisnes, la poesía y la música... ¿La música no? Bueno, es igual, será el efecto de la placidez que me proporcionan esos orejones negros que tienen dentro a Porcupine Tree. ¡Viva Spotify!

Si Herrera nos rimó el Palacio y el Jardín con esa paleta de proporciones: una raíz de tres por aquí, un compás corriente por allí; y todas las piedras, ladrillos, líneas quedaron impregnados de lo que ahora nos parece sueño; Lope, Calderón, Tirso trazaron esas arquitecturas no superadas con las letras contables de seis manos.

Sumergidos de nuevo en "La Noche Toledana", leemos unos versos antes:


A la barca de Bayona
Madrugo, y atento miro
Los diques en medio el agua,
Contra su curso excesivo.
Llego en fin á Aranjüez,
Paso el palenque, y admiro
En la huerta Totipela
Tantos árboles distintos:
Cermeños, melocotones,
Albérchigos y membrillos,
Avellanos y nogales,
Peros, duraznos y guindos.
Veo la puente del Tajo;
Tajo, que el nombre latino,
A pesar del fiero moro,
Conservó por tantos siglos.
Por cuya causa en su iglesia,
Toledo en aljibes frios
Le deja entrar, como á hidalgo,
De cuatro costados limpio.
Por la calle de Toledo
(Que asi se llama), partimos
Aquel estanque, ó mar Tonta.
ALFÉREZ.
¡¿Mar Tonta?
FINEO.
Es su nombre mismo.
Muchos, tenidos por sabios,
Vi en sus ondas sumergidos
Y convertidos en cisnes,
Los confiados por lindos,
Los que pasean, los que fian,
Los graves y los remisos,
Los que casan pobremente,
Los avarientos y ricos,
Los mordaces, los que enfadan,
Los cortos y los prolijos.
ALFÉREZ.
Cisnes son de la mar Tonta
Mil pretendientes anfibios.

Sólo un breve comentario del texto de Lope:

Los diques en medio el agua,
Contra su curso excesivo.

No son otra cosa que los azudes de Aranjuez: (Palacio. Embocador), donde emboca el río para mover molinos. Todos sabemos que se atraviesan en el cauce para mantener el nivel.

Paso el palenque, y admiro
En la huerta Totipela

Las huertas, ya en el XVI, estaban cercadas por palenques o vallas de madera. Cuando habla de "Totipela" se refiere a uno de los nombres de Picotajo que hoy aún conocemos como "Sotopela". Es curioso que en otro texto del XVI, en el de Zuccaro, se menciona a las huertas como 


 

 La forma que emplea, italianizada, nos indica que el nombre actual se mantiene, y que lo que emplea Lope puede ser una perturbación fonética de la época.

Por la calle de Toledo
(Que asi se llama), partimos
Aquel estanque, ó mar Tonta.

¡La calle de Toledo, ah, ya entonces!. La calle arbolada "partía" el estanque o Mar Tonta en dos, como puede verse en estos planos:

Éste atribuido a Herrera:



.Y más claramente en este fragmento del plano de la entrada anterior de L´Hermitte, en que se ven incluso esos cisnes que menciona Lope:


Os he señalado la calle de Toledo con doble flecha roja, y la Mar Tonta dividida por ella la he señalado con flechas azules.

Luego, en el XVII, en tiempos de Felipe III, la Mar Tonta se convirtió en huerta jardín de los Estanques, que perduraría hasta el XIX cuando Narváez construyó allí su casa. Hoy parte de esa mar es una urbanización, y tan sólo la depresión de terreno que se ve en el camino que va a la estación es testigo y vestigio de todo aquello.

jueves, 14 de julio de 2011

Las Ocho Calles y las Doce Calles

Aranjuez y la Granja comparten la posesión de esos espacios especiales y hasta cierto punto similares. Me refiero, en La Granja, a las Ocho Calles, ese laberínto alegórico y formal; y, en Aranjuez, a las Doce Calles.

 OchoCalles:



Doce Calles:



Son dos fragmentos de los planos de Ribelles y Aguirre respectivamente.

Quiero introducir con estos versos de Lope de Vega:

"¡Notable es aquel palacio!,
¡Edificio peregrino!
Galerías, salas, cuadros,
Mármoles y jaspes lisos,
La capilla y corredores
Y aquel retablo divino
Del Ticiano, y el reloj
De tan notable artificio;
Las huertas de los franceses,
Donde, de murta vestidos,
Mil músicos vi tañendo,
Imagen de los de oficio;
Que no tienen mil que cantan
Alma, gusto ni sentido.
Vi mil galeras de yerba,
Toros, perros, cocodrilos,
Pájaros y cazadores,
Culebras y basiliscos;
La huerta de las moreras,
Donde con soberbios picos
Vi coronados pavones,
Llenos de plumajes ricos.
A la no acabada puente
Fui del Tajo cristalino,
Y al embocada del agua,
Caracol y laberinto.
A la casa de las vacas
Fui con igual regocijo,
Y por doce verdes calles
A la plaza vuelta dimos,
A cuya sazón pasaron
Siete camellos asirios,
Que en España, aunque son de Asia,
Están sirviendo a Filipo,
Que es rey de Jerusalén,
Y muestra que cuarto o quinto,
Librará la ciudad santa
Y el gran sepulcro de Cristo.
Vide al fin, tres destas cosas,
Las bodas de los dos ríos,
Porque allí son para en uno
Sin firma del Arzobispo.
No os encarezco las fuentes,
ya en mármoles, ya en castillos,
los tiros de agua, las burlas,
ninfas sátiros y niños;
Y aquellas calles de flores,
Donde iba á hacer ejercicio
La serenísima Infanta,
Primavera deste sitio,
Que adonde puso los pies,
Puesto que fuese el estío,
Nacieron rosas de nácar,
Como de Venus se dijo.
Allí está el blanco jazmín
Y el oloroso junquillo,
Con la pálida retama,
El adonis y el narciso;
Allí el pinte azul y rojo,
La salvia, el cárdeno lirio,
El alelí como jaspe.
Los claveles y el cítiso;
Y el agua que asierra piedras,
Y ciertos pájaros indios,
. Con dos Borlas coloradas
Sobre unas gorras de rizo,
Que llaman zaidas sin ser
Descendientes de moriscos.
Pero ¿qué me meto en aves,
O sus diferencias pinto,
Ni en proseguir el retrato
Del segundo paraíso?
Baste dar fin á esta cifra
Con decir que fue edificio
De aquel soberano,padre
Del nieto de Carlos Quinto.

Esto lo escribió en 1605 en "La Noche Toledana"

La fecha nos lleva a la polémica que sobre la formación de las Doce Calles todavía inpregna ambientes de Aranjuez. La historia viene de esta cita de Álvarez de Quindós:

"El Señor Don Felipe III renovó algunas de estas, y mando plantar el año de 1613 la plaza de las doce calles en el soto del Rebollo"

Esta fecha, 1613, ha quedado sellada a fuego. Sin embargo son ya varios los documentos que demuestran que el trazado se efectuó en el siglo XVI. Ya la iconografía nos aparta de la fecha de Quindós.

Jean L´Hermitte trabajó a las órdenes de Felipe II como ayuda de cámara y redactó una especie de memorias de su estancia en España.. Las notas sobre Aranjuez son de 1598, el año en que murió Felipe II.. Y esto fue lo que escribió:

.Para facilitarnos las cosas nos dejó un estupendo plano tomado a vista de pájaro del Aranjuez de 1598:


Puede apreciarse perfectamente la zona de Doce Calles, que el autor en francés de su tierra dice "Les douze dreves". Puede apreciase eso y muchas cosas más: los estanques de la calle de Toledo con sus cisnes nadando en ellos, los camellos pasando por el Raso, la Ermita de la Estrella, la antigua junta de los ríos con su mirador y todo, el puente sobre el Jarama cerca de la junta, la antigua Ermita de San Marcos, que cambiando de posición se convertiría en la iglesia de Alpajés actual, etc.

Además de este documento tenemos, en el Museo del Prado, un cuadro del siglo XVI que representa a Aranjuez. Es una toma similar a la anterior, lo que nos dice que pueden estar conectados de alguna manera:

Anónimo siglo XVI:

  

Tengo que agradecer a mi amigo Félix Atienza que me proporcionara la cita que pongo a continuación. Un documento importantísimo para nuestra ciudad, que no es muy conocido. Se trata de la relación que el pintor Federico Zuccaro hizo de su visita a Aranjuez en 1586. Nos dice:


En español:


Sin comentarios.

Todavía anterior es la cita que el ingenierio hidráulico Francesco Sitoni hizo en 1576:


Ya en esos años nuestras Doce Calles eran regadas desde el canal de la Azuda (entonces del Embocador) que Sitoni había contribuido a trazar. El escrupuloso ingeniero, antes de partir para su patria, le recuerda al rey Felipe II  las instrucciones que dio en 1576 para el buen mantenimiento de esas tierras, calles y obras hidráulicas.

domingo, 10 de julio de 2011

Minerva y Pomona



En el inventario de los bienes de Carlos III se lee lo siguiente:




Todas estas piezas fueron trasladadas en 1789 desde el Real sitio de San Ildefonso hasta el de Aranjuez con objeto de adornar el recién creado Jardín del Príncipe. Todas provenían de la galería de la Granja y anteriormente habían pertenecido a las colecciones de la reina Cristina de Suecia y del Marqués del Carpio, que los reyes Felipe V e Isabel de Farnesio habían adquirido en 1724 y 1728 respectivamente.

Hoy nos vamos a fijar en las dos últimas, esas “dos estatuas de mármol blanco de siete pies de alto que representan a Pomona y Minerba á cuarenta y cinco mil reales hacen, 90.000”.

La mayoría de las piezas que constituyen la sección de Escultura del Museo del Prado proceden de las colecciones Reales, principalmente de las que adquirieron Felipe V e Isabel de Farnesio para la Galería de Esculturas de San Ildefonso.

En 1724 los Reyes compraron una buena parte de lo que había sido la colección de la Reina Cristina de Suecia. La reina sueca había abdicado de su trono en 1654, instalándose en Roma, en el palacio de Riario, donde colocó su creciente colección de objetos artísticos. A su muerte, en 1689, la colección pasó a su heredero el cardenal Azzolino, quien moriría poco después, dejando como heredero a su sobrino Pompeyo Azzolino, quien, debido a su mala posición económica, ofreció la colección a los anticuarios de Roma. La mayor parte fue comprada por un sobrino de inocencio IX, Silvio Odescalchi, quien moriría en 1713, dispersándose entonces la colección cuando su heredero, Baltasar Odescalchi, decide venderla. Es entonces cundo empieza la operación de compra de los reyes de España a través del buen hacer del escultor Camilo Rusconi, quien estaba en contacto con Andrea Procaccini, pintor y arquitecto del palacio de La Granja, artífice de su ampliación en cuatro alas sobre el viejo Palacio de Ardemans, siendo la colocación de estas piezas una de las causas de la ampliación. La colección consistía en más de 200 piezas de escultura. Más tarde, en 1728, los reyes comprarían otra estupenda colección que había pertenecido al marqués del Carpio, conformando, con algunas piezas más heredadas por los reyes, la mencionada galería, que no quedaría definitivamente establecida en palacio hasta la muerte del Rey, en 1746.

Entre las más de doscientas piezas de la colección de Cristina de Suecia se encontraban la Minerva y la Pomona que menciona el inventario del rey Carlos III. Son dos piezas antiguas, romanas, basadas en modelos griegos: la Minerva probablemente en la Atenea Prómacos de Fidias, y la Pomona parece una variante derivada de la Afrodita de Capua.

Hacia 1746, la reina encargó al sacerdote y erudito Eutichio Ajello un catálogo de las piezas que había en la Galería de La Granja. El abate redacta un manuscrito con 66 láminas para que sirva de modelo a ese catálogo. Desgraciadamente el texto se perdió a principios del XX, pero afortunadamente se pudieron recuperar 59 hojas de dibujos con sus anotaciones, que nos muestran lo más granado de la colección. Éstas son las representaciones de estas estatuas que hace el cuaderno Ajello:


Las vemos recién restauradas, la de Minerva por los escultores que trabajaron para Cristina de Suecia, y Pomona por los escultores de la Corte Española. Estas restauraciones consistieron, principalmente, en añadirle los brazos y cabezas de que carecían.
Así vio las estatuas Ponz, en 1781, en la sala cuarta del palacio de La Granja:

PIEZA QUARTA.
37 Un Apolo sentado en el testero, no sé si dé Fermin , ó Tierri , pues trabajaban juntos, es figura mayor que el natural, con cítara en la mano , colocada dentro de un nicho adornado de dos columnas de verde antiguo, en donde hay una fuente. Las ocho celebradísimas Musas, es á saber, Euterpe, Urania, Polimnia , Erato , Terpsícore, Talía, Clio, y Canope : de la novena hay un yeso en la Academia de San Fernando. Las de aquí, como aquella, están sentadas: son figuras del natural con bellísimos paños, y actitudes; pero es gran lástima que les falte la integridad , pues las cabezas están restauradas , la mayor parte de los brazos , y algunos pies. Una sola parece tener su cabeza antigua. Hay tambien una Pomona, y una Minerva restauradas asimismo los brazos de entrambas , y la cabeza de la Minerva.

Pocos años después, como ya hemos señalado, se trasladaron a Aranjuez y se colocaron en la entrada del jardín del Príncipe. Esto es lo que nos dice Álvarez de Quindós:

La entrada principal se hizo recta á los pabellones dichos en el principio de la calle de la Reyna. Se adorno' con dos basamentos de cantería, que cada uno contiene quatro columnas agrupadas de piedra berroqueña, con capiteles y cornisamento de orden jónico. En sus remates unos geniecillos abrazados á un tiesto de flores, vaciado todo en plomo barnizado de blanco con mucha delicadez y gusto. En el centro de las columnas se hallan colocadas dos estatuas de mármol de lo antiguo, y aun quando sean copias, están bien executadas: representan á Minerva ó Palas, y á Pomona , diosa de las frutas, aquella es mejor que esta. Se unen ambos cuerpos con verjas de hierro bien labradas que sirven de puertas , quedando á los lados otras dos entradas menores igualmente cerradas con verjas, y dos quartitos para los porteros, dirigido por el Arquitecto mayor de S. M. Don Juan de Villanueva, como todas las obras de este jardin.


Me he permitido hacer un montaje fotográfico con la estatua de Minerva entre las columnas de la puerta del jardín. Ésta es la entrada:

:

Éste es el montaje:



Tampoco estuvieron demasiado tiempo en Aranjuez. La descripción de Manuel Aleas en 1824 ya no las cita, y tampoco se ven en el grabado de Brambilla de 1828:



Poco antes de esas fechas, pasaron a Madrid para intecrarse en la colección del Museo del Prado. Aquí fueron despojadas de todos los añadidos que las restauraciones italianas y españolas hicieron en la Minerva y Pomona respectivamente. Lástima porque perdimos la estupenda cabeza de Minerva que quedó catalogada como pieza separada:


Fueron clasificadas de nuevo como la Venus de Madrid (Pomona) y Atenea Prómacos (Minerva), y así pueden verse actualmente:




Grecia, Roma, la Granja, Aranjuez y Madrid...

sábado, 2 de julio de 2011

Vínculos



La costumbre de anotar en la última página de los libros, ésa que siempre está en blanco, me lleva a inevitables redescubrimientos. Leo en el tomo II de la obras de Borges: "Sobre la Granja de San ildefonso, página 434". Y allí:


La alegoría del Hombre... la alegoría. Esto, y no sólo las fuentes, me lleva a La Granja. Cierto es que siempre encuentro algún motivo para dirigir hacia allí mi pensamiento. La Granja y Aranjuez, Aranjuez y La Granja. Estos dos lugares están, quiéranlo o no, mancomunados a pesar del tiempo y la distancia.

Si tuviera que definir estos lugares con tres palabras aisladas serían, para Aranjuez:
Mitología
Umbría
Geometría

Y para La Granja:
Galería
Alegría
Alegoría.

Pero siempre serían intercambiables. Comparten, extrañamente, cualidades intrínsecas y extrínsecas. Unión propiciada por un espíritu inconsciente. La coincidencia se forma en el Laberinto (lástima que Aranjuez perdiera los suyos), el del Tiempo, con el único fin de encontrar los ojos que lo descubran, la mente que lo descifre.

Cuando pienso en la Granja, deliberadamente abstraído, pienso en Aire y Agua. "El Rey de España se ha construido un palacio en las nubes"



Como en Aranjuez se lo construyó en el agua:






Y en Aranjuez pienso en Tierra y Agua. Sí, porque en La Granja no hay tierra, siempre oculta por esa costra de robles y pinos, y la inclinación del monte impide el ayuntamiento de los dos elementos de Aranjuez.

Y nos une el agua, el agua del Mar:








Ya llevaba más de un siglo y medio el Mar de Ontígola cuando se hizo esa extraordinaria glorieta acuática que es el Mar de La Granja; pero los dos terminaron alimentando fuentes y alegrando reyes. Y ahora nos cautivan a todos.

En Aranjuez pelearon los mejores arquitectos (Juan de Herrera, Jerónimo Gili) para sujetar a ese arroyo que se empeñaba una y otra vez en derribar los muros. Dos debieron poner y un buen relleno de tierra para estabilizarlo; aunque hubo quien dijo que había tres, confundiendo el acueducto interior de piedra que nos traía el agua de Ocaña, de aquellas fuentes casi míticas: Aldehuela, Aljibejo, Menalgavia y Valhondo, con un muro intermedio.

En La Granja construyeron con cierta facilidad un muro de doce metros que recogía el agua de dos arroyos (Morete y Carneros) y el agua que aporta la cacera de Peñalara:








En el Mar de Ontígola en una extraordinaria foto de D. Antonio Talavera:



En estas curiosas fotos que nos muestran el Mar casi vacío, podemos ver el formidable muro.

Esto hace que La Granja sea ese sitio especial donde se puede pasear por la orilla del mar a 1.250 metros de altura. Esta cota hace que el surtidor de la Fama pueda elevarse hasta 45 metros ya que se encuentra 50 más abajo y están conectados (Mar y fuente) por una tubería. El montante (surtidor vertical) de esta fuente es una de las conexiones que tiene el Mar; las otras son la fuente del Canastillo, el montante de la fuente de las Tazas alta, el montante de Andrómeda y el estanque del Medio Celemín.
Aunque ahora todo ha cambiado en la Granja en lo que a suministro de agua se refiere, es interesante saber que aunque el Mar no está conectado con la red de consumo de la población, que se abastecía del Común y éste del Cuadrado, en los momentos de sequía en que Morete y Carneros se secaban y el Común y Cuadrado resultaban insuficientes para dar consumo, entonces se usaba el agua del Mar mediante una conexión Canastillo-Cuadrado que lo posibilitaba..